RESENTIDO. ENVIDIOSO. PARÁSITO.
Selva di Pasquale parece conocerme bien y me contesta, en mayúscula/mayúscula, como si alguna vez yo le hubiera hablado. Así increpa, sin saber que es a mí, ofendida y lastimada porque Leonor subió a su blog un mail personal que le mandé y en el que opinaba acerca de la presentación oficial de La infancia del Procedimiento. Proyecto también electrónico de di Pasquale y otra pléyade de poetas en el que se cuentan unos a otros el modo en que se disponen ante la hoja blanca de la pantalla de la pc o se abandonan a su modo para producir poesía.
El no lugar, la electronía, lo público, lo privado.
El martes la fabulosa tormenta, y yo justo en la calle diciéndole cómo llueve, a una chica de ojos dulces con la que compartí casual e inoperante refugio y debatiéndome como el Irizar en su digno y eterno naufragio, otro nuevo y apasionante mito explicativo de los argentinos ¿Es la ESMA el edifico que tiene ese buque pegado encima? .
Antes de ayer el termostato marcaba los 36º y ayer acusó 14º, si uno se fija, puede verse a los árboles estaqueados a una guerra de potencias igualmente naturales: dejar ir les feuilles mortes y abrirse la carne para dar paso a la estampida violenta de nuevos brotes inoportunos.
El gesto airado de la semana que no parece querer ser una entre otras, es lógico, el otoño en Buenos Aires, aún esta enloquecida barranca hacia el invierno, es imposible. Es la hermosura de un desgarro que acontece al aire y que recuerda cada uno de esos jirones en que nos convertimos, por el que nos colamos, nos vamos deshaciendo, por el que hacemos acopio de obligada esperanza.
Esta semana los poetas de Buenos Aires parecen llamados a la reflexión profunda, a la contemplación histórica de la producción lírica del movimiento cultural que sostiene un novísimo y merecido y anhelado amanecer de la República. En los post Las Afinidades electivas, el blog del amigo Alejandro Méndez, se suceden los nombres y los caprichos del nomenclador poético nacional en un debate extraño, de pocos, para pocos.
Dicen que Bignozzi nos antologa, a todos los que ahí participamos, y nos junta en lo que llama El Larousse de los inexistentes. Tampoco está tan mal, ¿nocierto?
Siempre somos, siempre seremos, más allá de la edad pero presas de las generaciones sucesoras, los Imberbes.
Nada más que una nueva violencia vieja, un otro modo de someterse los prójimos; nada más que el disciplinamiento, el afán canonizador, la palabra autoritaria.
Esta semana viaje cuatro o cinco veces en subte, entre esas estaciones previsibles me di la cara contra Viento del Noroeste, de Hugo Savino, que me prestó con certera recomendación el querido Juan F. García.
Te aseguro que tenemos mucho de qué hablar, la próxima, cerca de la ventana desde la que se ven los tilos.
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9 comentarios:
ey juliá!
llegué no me acuerdo cómo, seguí posteando, che
me gusta cómo escríbís
y te aviso cuando muestre mi proyecto de rufus
saludos
gracias muchachos, por vuestra visita, que se repita. ¡salud!
Gracias por la visita!
No, no nos conocemos
Y no se preocupe tanto por las chicas de la academia, son sólo enojos avant la lettre
Saludos!
me encanto lo q escribiste,,!! muchisiimo!!..
abrashoo1
bueno señoritas, a ustedes muchas gracias por la visita y por sus palabras. salú y hasta la próxima.
la infancia de quééé??
yo con tanta foto de purrete y nenita me ablando y le moqueo //// otra cosa: qué bueno encontrarlos juntitos acá. Cariños
López: usted no es más lindo ser humano porque no tiene tiempo.
beso.
amigo guaz, qué gusto su siempre grata visita. es menester verse y tomar vino. on parle.
Muschietti, Clara, ¿qué se contesta a semejante piropo de semejante beldad y semejante poeta?
sos un primor, posta. suyo, López.
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