miércoles, 26 de agosto de 2009

Fotoshock

Anoche, antes de irme a dormir, le pedí de raje a un amigo que me sacara un par de fotos que necesitaba para presentar una cosa de la que no pienso hablar. El affaire kodak me hizo comprender que los indios tenían razón: la cuestión del posamiento para la digital me dejó más desalmado de lo que estaba. Mi amigo disparaba y era claramenete eso, un fusilamiento, un pongansén todos los yos ahí que les vamo a dar pa que tengan. Al momento de ver el resultado me acordé que de chiquilín fui cuidado por Elsa, una nodriza correntina (¿hablamos ya de que la clase media citadina argentina solía, suele, traer chicas de paraguay y de corrientes para criar a gurises que de seguro van a ir a la UBA?).
Elsi fue algo así como mi primer amor, una mujer preciosa con pendientes de oro que vivía para disputarse con mi madre las prendas de mi amor. Parece que de pibe yo tenía unas pestañas, viste? entonces todas la veteranas intentaban seducirme con artimañas que siempre, en todos los casos, incluían tenerme ahí dos horas, haciéndome esperar a que terminaran de cantarme el hermoso tango que Panizza y Donato descerrajaron en 1923...¿Por qué me dejaste, mi lindo Julián? tu negra se muere de pena y afán...


Cuestión que hace unos años sonó el timbre, fui a ver quién era y ahí estaba la prima donna que nunca se olvida: Elsi venía de visita para ver a la familia, después de más de 5 lustros de atesorar nada más que recuerdos.


Me habló como se le habla a un gestor que tramita una pensión por invalidez y me preguntó por mi padre. Soy Julián, Elsi, le dije, mientras intentaba que no rebalsaran los párpados inferiores de mi cara que solitos se ponían en la tradición de Raúl Rossi en Todo el año es navidá.


La expresión de Elsi, que otrora demostrara una ingenua salvajidad correntina, trocó en sombría y se alineó en el linaje teutón de Las amargas lágrimas de Petra Von Kant.


¿Dónde está mi Juli? dijo, dando a entender perfectamente que la imagen que tenía delante ofendía severamente no sólo a sus pupilas, sino también a la Mary Poppins que casi toda correntina o paraguaya en su obligado exilio con camadentro lleva en lo recóndito.


Soy yo, le dije, fracasando en el intento y comprendiéndolo todo en el instante.


La visita duró menos que la del señor que me cobra la cuota de la cooperadora de Hospital Alvarez, y menos que algún otro afaire que supe mantener en secreto y lejos de la mirada procaz de los indiscretos.


Comprendí, callé y me revolví, digo ahora, probando suerte con el bolero, la tradición latinoamericana par excellence (me van a disculpar los intelectuales K y Aurora por igual).


Pero anoche, de la camarita de mi amigo tronó el escarmiento y acá está la prueba.
Al Juli, el pibito que sabía torear como nadies, dejando caer los párpados y sacudiendo las pestañas para delicia de las veteranas de entreguerra, se lo morfó este señor pelado.
¡Quévacer!
¡Atúteler compañeras y compañeros: es la vida que me alcanza. Los quiero mucho!

lunes, 17 de agosto de 2009

Verde que te quiero verde


¡El corte literario más fino de la ciudad viene a traernos su impronta primaveral!
Ciclo Carne Argentina presenta
Colección primavera
Juan José Becerra/Mariana Suozzo/Carlos Moreira
... y desde Corrientes José Gabriel Ceballos
Jueves 20 de agosto, 20.30
Bar de La Tribu (Lambaré 873)
Entrada gratis

martes, 11 de agosto de 2009

Al pasar

¿Vieron esa mini, sub, ínfima, micro, etc. sección del gran diario argentino, a pie de página de la contratapa, que solía firmar Cora Cané cuando estaba viva? Entre sus mini-mini, xs, sub-sub títulos y antes de Lo importante que es el plato final, broche de oro, cereza de la torta (conocí a una chica que los recortaba y pegaba en un cuaderno: me impactaba más que el hobby, el buen pulso que debía tener para cortar con la tijera un rectángulo de papel tan pequeño y que le quedara prolijo), en fin, antes de lo importante que es Lo importante hay otra cosa que se llama Al pasar. Bueno, hace un rato, al pasar, saliendo del súper chino de Chen escuché que una chica le decía al verdulero: "una muerte crónica avisada, algo así". Supuse, obviamente, que la chica está haciendo el bachillerato y que le contaba que le dieron a leer el libro de García Marquez (vale decir, uno de los dos o tres únicos buenos libros de García Marquez), pero después pensé que no hay nada más crónico que la muerte y que, encima, estamos todos avisados. Bah, no sé, me llamó la atención, no esperen nada más que algo al pasar, lo advierto desde el título así que no busquen algo importante que eso vendrá después, cuando suene el clarín.

Me doy cuenta de la pobreza de esta crónica (y no muerte, por ahora por suerte) así que cuento algo de Chen. Voy siempre a comprar y no había particular onda, hasta que una vez le pago con tarjeta de débito y le doy mi dni. Lo mira y me dice que somos del mismo año. Quizás en China signifique algo importante, la cuestión es que desde ese día nos hicimos amigos con Chen. Siempre me regala barras de cereal y no me animo a decirle que no me gustan. Las agradezco y después las regalo a estómagos más entusiastas que el mío. Me cuenta cosas. Una vez me contó que tiene dos hijos en China y que a uno no lo conoce porque dejó el país antes de que nazca el niño. Ya tiene 4 años y me mostró una foto. Le pregunté si es hijo de la mujer (su mujer) que trabaja con él en el super. Me dijo que sí, todo bien. Pero no sé si quiso decir que sí, es la madre; o que sí, sabe y está todo bien. Fue triste esa conversación, no por los detalles telenovelescos de si ella sabe o si es la madre, si no porque Chen se puso triste porque nunca vio a su hijo más que en fotos. Cuando le pregunté si iría a verlo, asintió entusiasmado: sí, en 3 o 4 años.
Otra vez, Chen me dijo que acá tenemos muchos feriados, demasiados. Siempre me pregunta si fui a trabajar, si vuelvo o voy, etc. Le digo que sí, que por suerte hay muchos feriados, porque a mí no me gusta trabajar. Le digo: Chen, vos querés que trabaje todo el tiempo, pero no soy china. Chen pensaba que yo era paraguaya, me dijo un día: ¿tu país queda muy lejos? Provincia, le dije, no, unas 4 horas. ¿Paraguay es tan cerca?, me dijo. Entonces pensé que quizá no lo había unido a mí el año de nacimiento si no la supuesta extranjería.
Demasiados feriados, dice siempre. Pero una vez me confió que a él tampoco le gusta trabajar. ¿Y qué te gusta hacer cuando no trabajás?, le pregunté. Mirar televisión, me dijo, y tomar una cerveza. Chen también me reprende cuando compro cerveza y cigarrillos. Vos tomás mucho, dice. Así que a veces me voy a comprar a otro súper y trato de comprar los cigarrillos en el kiosco para que Chen no se preocupe por mí. Cuando no tengo otro remedio, le digo que no son para mí si no para mi marido. Y Chen me regala un chocolatín, tal vez para que me consuele de los vicios de mi cónyuge.
Hace poco también me dijo algo y sentí mucha melancolía: eran esos pocos días realmente fríos que hizo por acá. Todos nos quejábamos. Chen estaba en la vereda porque fui cuando ya estaban cerrando. Cruzamos unas palabras y me quejé del clima. Y Chen me habló de los paisajes nevados de su país. Hacía un verdadero chifle ahí afuera y lo que me contaba era gélido y al mismo tiempo tan cálido, tan añorado.
Me conforta saber que Chen tiene afecto por mí. Un afecto oriental que correspondo de buen grado. A veces mi costado occidental quisiera saber más cosas de él: además de ver televisión, qué le gusta (sé que salir no, igual que a mí), qué piensa, qué espera aparte de que pasen 3 o 4 años para conocer a su hijo. Pero siempre prevalece mi parte oriental. ¿Será porque soy de Entre Ríos que es casi, casi, la República Oriental de este lado del planeta?

martes, 4 de agosto de 2009

Carne en la Alliance


Ciclo Carne Argentina
en el aniversario de la Revista Llegás
Alejandra Zina/Julián López/Selva Almada/Millán&Pandolfelli
Jueves 13 de agosto, 20.00
Biblioteca de la Alianza Francesa
Avenida Córdoba 936
Entrada gratis